miércoles, 14 de mayo de 2014

Vos yeux n’en croiront pas vos oreilles !





Así es el título de la contada bilingüe que AilamA y Brigitte Arnaudies hemos llevado a cabo en las III Jornadas internacionales de narración oral organizadas por la Asociación de Narradoxs de  MANO.
Madrid
El instituto francés de Madrid subvencionó esta actividad que fue realizada en la sala "cueva" de Librería Central de Madrid .

Mientras Brigitte, tejedora del sol y del día, canta "Passez pompom", yo, AilamA, tejedora de la Luna y la noche, canto" Pase misí pase misá" (Curiosamente Brigitte me descubre que esta cancioncilla que cantamos en España viene del francés "passez monsier passez madame". El público infantil va pasando por debajo del puente que hacen nuestros brazos, según el juego tradicional, puente que en Madrid se convierte en la puerta de Alcalá, los de alante corren mucho, los de atrás se quedarán...... Algún infante, de los más pequeños, no se atreve a pasar por si es de los que se quedan entre " los brazos del puente" y espera a que el puente se deshaga para entrar a escuchar los cuentos.....
Y comienza la narración con la presentación de la tejedora de la noche, que canta una nana a la Luna para que crezca.... e invita después a la tejedora de los rayos solares a que cante una canción al sol para que el día haga su aparición. Brigitte canta una cancioncilla con los dedos de la mano: "Ma main est un soleil" , Ailama canta los "cinco lobitos" y el público va participando con cada una de ellas. Hacemos un recorrido de cantos y cuentos mínimos, argumentando que a los bebés hay que cantarles para darles el alimento del ritmo y la palabra, además de alimentarles con comida. 

 Brigitte cuenta el cuento de "L'arbre du pré de ma tante", mientras yo voy dibujando un prado, un árbol, una rama, un nido, un huevo, un pájaro... y un corazón.

Después del cuento del árbol del prado de mi tía, un cuento de papiroflexia. Jugamos con una forma triangular y sus posibilidades conceptuales dependiendo del movimiento que el triángulo adquiera... y como no, finalmente, el triángulo se transforma en un cuento, que para eso estamos ahí, para contar... y el cuento es de nunca acabar.
Había un pájaro encantado que no podía cantar
en busca de buena escuela se marchó y echó a volar
volando llegó a l castillo del profesor ruiseñor
y cantó cantos y cuento, cuantos cuentos cuento yo
y uno de los cuentos era que....
Había un pájaro encantado...

Il était une fois un oiseau
qui avait un sortilège :
Il ne savait pas chanter
A la recherche d’un bon collège
il s’est envolé
A un château il arriva de vol en vol
Celui du professeur Rossignol
Et là, il chanta… contes et comptines
Et conte que tu conteras

Un des contes racontait qu’il était…

Contado tres veces acaba para dar paso a otras historias de agua, estrellas, soles y lunas. Brigitte cuenta un cuento africano de cómo llegaron los peces a la Tierra por don del Sol. Y después cuenta Ailama: 


¡Papá, alcanza la luna para mi! Contamos el cuento de la niña gitana y guapa como la luna llena....Y cantamos tres veces en castellano y tres veces en francés... para que se haga pequeña la Luna... y volvemos a cantar, esta vez al revés .... para que vuelva a crecer.

Van creciendo los cuentos y viajamos con ellos hacia el Norte para descubrir la historia del diablo en la avellana.

       


Con el cuento de origen persa  "La estrella grande se inclina ante la estrella pequeña"  terminamos la sesión de cuentos entretejidos con rallos de sol y luna. Briggitte. Por ser un cuento tradicional de interés universal, expongo el contenido del cuento a continuación y como final de fiesta.


LA GRAN ESTRELLA SE INCLINA ANTE LA PEQUEÑA ESTRELLA.-

Érase una vez un rico y poderoso príncipe persa que no tenía hijos varones pero sí tres hermosísimas hijas. Una noche, el príncipe tuvo un sueño. Vio cómo una gran estrella se inclinaba ante otra más pequeña, y le hacía una reverencia. ¡Y este sueño lo tuvo el príncipe tres veces seguidas! Al día siguiente convocó a los onirólogos y astrólogos de todo su extenso reino. Les relató el sueño que había tenido, preguntándoles: “Y ahora decidme, ¿qué significado posee este sueño?”

El más anciano de aquellos sabios hombres se acercó al trono del príncipe, y le dijo: “Gran señor, León en el trono, vuestro sueño se ha repetido también en el firmamento nocturno. Tres veces se ha inclinado el Sol delante de una pequeña estrella y ello significa que un día tendréis que inclinaros delante de vuestra hija menor.
Al escuchar estas palabras, el príncipe se sobresaltó mucho pero luego se enojó tanto que ordenó a un servidor que condujese a su hija menor a un lugar salvaje e inhóspito, y que allí mismo le diese muerte para que el sueño no pudiese hacerse realidad.
Para obedecer la orden de su señor, el servidor sujetó la mano de la princesa. Pero cuando ésta fue consciente de lo que pretendía hacer el servidor, le suplicó piedad, y el servidor, compadeciéndose de ella, la dejó en libertad. Ahora bien, ella tuvo que prometer que desaparecería de la corte del príncipe para siempre, claro. El servidor mató entonces a un ciervo, embebió la túnica de la princesa con esta sangre y se la llevó al príncipe como prueba palpable de haber cumplido su orden.
La princesa vivía ahora en un paraje salvaje e inhóspito, alimentándose de raíces y bayas silvestres. Cierto día, mientras buscaba otras raíces en el suelo, descubrió un escotillón de mármol con un anillo de oro. Con aquel anillo abrió una puerta y vio cuarenta escalones de mármol que conducían al interior de la tierra. La princesa descendió por aquella escalera y llegó al mundo inferior. Estuvo explorando aquel lugar durante bastante tiempo hasta llegar a un maravilloso palacio situado en medio de un grandioso jardín. Pero este palacio pertenecía a un dragón devorador de personas.
-¡Buenos días, padrecito! Saludó la princesa al ver al dragón.
Y este se sorprendió, claro. Dijo:
-Puesto que me llamas padrecito, yo te llamaré hija, y además no voy a devorarte, mira.
El dragón la invitó a visitar su palacio y a permanecer en él… aunque también le prohibió regresar al mundo superior. Ella vivía muy bien en su palacio. Podía visitar todos los salones del palacio, llenos de oro y piedras preciosas, repletos de riquezas… todos menos el último salón.
Un día, mientras el dragón dormía profundamente, la princesa no pudo dominar su curiosidad. Se dirigió directamente a dicho salón y abrió la puerta prohibida. Allí pudo ver, en medio de un suntuoso salón, un gran estanque de plata en el que nadaban doce patos cuyas plumas eran blancas como el día y negras como la noche. Los patos, apenas vieron a la princesa, exclamaron: “¡Socorro! ¡Auxilio! ¡Señor, la princesa nos está mirando!”
La princesa susurró entonces una fórmula mágica que había aprendido de su anciana nodriza, y los doce ánades murieron.
Quedó horrorizada, dirigiéndose entonces hacia el salón del dragón, y comprobó que éste también estaba agonizando. El dragón le dijo:
-Hija mía, mi destino se ha cumplido. Cuando haya muerto, entiérrame en medio del jardín, y a partir de dicho instante crecerán allí toda clase de ese momento crecerán allí todo tipo de cereales.
El dragón falleció y la princesa se ocupó de cumplir sus deseos. Y efectivamente, a partir de ese instante crecieron en el jardín cereales de toda clase en cantidades indescriptibles.
Durante esta época se registró una epidemia de hambre en el mundo superior. Por todos los países corrió la noticia de que la señora y dueña del mundo inferior disponía de grandes cantidades de cereales. Y la gente empezó a trasladarse al mundo inferior, suplicaban a la señora que les entregase un poco de trigo y ella entregaba generosamente lo que poseía. El príncipe persa en vio también a sus otras dos hijas. Cuando llegaron al mundo inferior, no reconocieron a su hermana menor, profusamente engalanada con oro y piedras preciosas. Pero ésta sí reconoció a sus hermanas. Les entregó generosamente lo que solicitaban, pero al final les dijo:
-Cuando volváis aquí, traed también a vuestro padre, de no hacerlo así no os entregaré más cereal.
El cereal fue consumido muy pronto en el país del príncipe persa, y una vez más quiso enviar a sus dos hijas al mundo inferior. Ellas le dijeron:
-Padre, la dueña del mundo inferior, en el jardín de los cereales nos ha dicho que tenías que venir con nosotras, de no hacerlo, no nos entregaría más trigo.
Al príncipe persa no le agradaba aquella idea, claro, pero se vio obligado a acompañar a sus dos hijas en su descenso al mundo inferior. Tampoco él reconoció a su hija menor. Ella le dijo:
-Esta vez no os entregaré más cereal.
El príncipe persa pensó entonces en su pueblo que se estaba muriendo de hambre. Hincó la rodilla delante de la dueña del mundo inferior, mientras exclamaba:
-¡Por favor, te pido clemencia y compasión! Si no la tienes conmigo, hazlo por mi pueblo que tendrá que morir de hambre si no llevo más trigo!
La princesa lo levantó, diciéndole:
-¡Padre! Yo soy tu hija menor, a la que quisiste matar. ¡Pero os perdono!
Abrazó con fuerza al príncipe persa y él se alegró de que ella siguiese con vida. Todos juntos celebraron una gran fiesta. Y se dice que la dueña del mundo inferior se trasladaba durante una parte del año, al mundo superior para estar con su padre y sus hermanas, y durante otra parte del año, se quedaba en su reino, el mundo inferior.